El inmenso intercambio entre culturas no es exclusivo del mundo globalizado de hoy en día. También en eras antiguas, las culturas se mezclaron y codesarrollaron. Un hecho que a muchos quizás sorprenda, es que para hallar las raíces del masaje tradicional tailandés debemos volver la mirada hacia la antigua India.
Aun en la actualidad, los practicantes de masaje tailandés honran a su fundador, el doctor Shivago Komarpaj del norte del India, quien fue contemporáneo de Buda y doctor tanto del rey Bimbisara de los Magadhas, como de la comunidad espiritual (sangha). Antiguas escrituras del budismo Theravada hacen mención a él, y en Tailandia se le respeta y considera “el padre de la medicina”.
En las escuelas tradicionales se realiza una ceremonia ritual en la que se se le honra con un rezo en Pali (wai khru) al final de cada día. Al estar vinculado a las enseñanzas espirituales, los primeros practicantes del masaje fueron monjes que vivían en los templos (wat). Al igual que la práctica hindú del Ayurveda, el masaje tailandés se desarrolló como un arte curativo basado en una aproximación holística, incluyendo hierbas, minerales y baños de vapor.
Las enseñanzas del doctor Shivago Komarpaj probablemente llegaron a Tailandia hacia el tercer o segundo siglo A.C., simultáneamente al auge del budismo. Hay un paralelo significativo con el sistema hindú de Yoga y su fundación teórica, ya que ambos se basan en el concepto de líneas de energía invisibles que corren a lo largo de nuestro cuerpo etérico. En un nivel más superficial, las poses y estiramientos propios del masaje fueron evidentemente influencias por el Yoga.
Además de la influencia de la India, los conceptos chinos de acupuntura y acupresión representan un segundo gran componente en el masaje tailandés. Cómo, dónde y cuándo estos dos se influenciaron, y si había ya una forma regional de masaje, son cuestiones que quedaron en el olvido, ya que al igual que las tradiciones de la India, este tipo de conocimientos era transmitido directamente de maestro a alumno.
Existe una mención al masaje en escrituras en Pali del siglo XVII, pero lamentablemente la mayoría de textos fueron destruidos con la invasión burmesa a la antigua capital de Tailandia, Ayutthaya, en 1767.
De los fragmentos que sobrevivieron, algunos fueron seleccionados, tallados en piedra y colocados en los muros del famoso templo Wat Pho, en Bangkok, en 1832. Hay sesenta diagramas pero desafortunadamente no todos son consistentes los unos con los otros.
Desde un punto de vista fisiológico y anatómico, algunos de los diagramas carecen de exactitud, ya que la disección era una práctica prohibida en la medicina tailandesa tradicional. Los diagramas consisten en gran medida en representaciones del líneas invisibles energéticas y puntos de acupresión, y cómo estos afectan al cuerpo y a sus capas sutiles. Por ello, para volverse un buen practicante uno necesita una buena dosis de sensibilidad e intuición.
Con el auge de la medicina occidental, los templos perdieron su importancia como centros de educación y curación, pero a finales de la década de 1980, el resurgimiento de las terapias alternativas y cuidado de la salud, renovaron el interés en el masaje tradicional tailandés.
Los altos costos y las limitaciones de la aproximación alopática propia de la medicina occidental, a menudo impersonal y fragmentada, impulsaron en muchos la búsqueda de modos holísticos y más humanos. Tanto profesionales como viajeron empezaron a viajar a Tailandia, curiosos por conocer más del masaje tradicional tailandés, y desde la década de 1990 las escuelas para aprender y practicar se propagaron exponencialmente.
Desafortunadamente no todas ellas ofrecen mayor profundidad en sus conocimientos, pero además de maestros locales, aun existen varias escuelas de renombre, tales como ITM, el Hospital de Medicina Antigua, y Sunshine Massage School En Chiang Mai, y Wat Pho en Bangkok.